Piedra Cartográfica de Abauntz
Es interesante saber, cómo ya en el
paleolítico, el ser humano sentía la necesidad de plasmar gráficamente el
entorno que les rodeaba en ese momento.
Desde tiempos remotos, el hombre
tuvo claro que para poder sobrevivir, precisaba reflejar en materiales
perdurables en el tiempo, su entorno vital, lugares de aprovisionamiento de
materias primeras, como el agua, la caza y el refugio, así como los caminos o
accesos más fáciles para sortear los accidentes geográficos.
Este es el caso de la Piedra Cartográfica de Abauntz
de hace más de 13.000 años, hallada en la cueva de Abauntz (Navarra) en el año
1993. Este tesoro cartográfico no fue descifrado hasta el año 2009, ya que
hasta entonces, no se sabía interpretar el conjunto de líneas, cruces y
círculos que en ésta aparecían.
Se
piensa que este mapa fue trazado por un grupo de cazadores nómadas que habitaban
en Francia y cruzaban los Pirineos al valle del Ebro, en busca de comida y
pieles.
Por el interés de este grupo en reflejar ese lugar para futuras visitas
o para aquellos que tuvieran que llegar detrás de ellos, decidieron grabar en
un tipo de piedra margosa ideal para este cometido, dura por dentro y blanda
por fuera, esta información tan valiosa.
Posiblemente,
uno de los cazadores nómadas que se habrían alojado temporalmente en la cueva
de Abauntz, grabó con algún buril en la pequeña piedra, todo aquello que veía
desde la entrada de la gruta, marcando el paisaje que observaba desde allí y
aún hoy en día se puede contemplar: los cerros, los ríos, los pasos o
puentes sobre el agua, las zonas inundables y hasta las áreas en las que se
encontraban con más frecuencia los animales que iban a buscar.
Se convirtió sin saberlo, en el primer cartógrafo de la historia conocido.
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