Tarde de verano, regresando del final de una larga jornada de trabajo, un
pinchazo en la rueda del coche, hizo que conociera algo tan curioso y enigmático
como la orientación de los vikingos.
No me podría imaginar,
que esa tarde cansada y agobiada por llegar tan tarde después de horas de
medición, iba a tener un relato tan enriquecedor y entretenido por parte del
conductor de grúa, un aficionado a la navegación y a la historia ¡qué sorpresa!
Fue en ese momento
cuando supe lo que era el Espato de Islandia: la piedra solar de los vikingos.
Todos sabemos que los
vikingos navegaron, recorrieron y dominaron el atlántico sin conocer la brújula
magnética. Los días eran en ocasiones noches perpetuas y los cielos estaban continuamente
cubiertos. Con este escenario ¿cómo fueron capaces de recorrer miles de
kilómetros en barco surcando el océano?
Según los últimos estudios realizados, todo fue gracias a la llamada “piedra
solar” tal como se relataba en las sagas (relatos mitológicos mezclado con
historia real) de los vikingos, aunque hoy en día se sabe que no es ninguna
piedra, sino es un mineral llamado Espato de Islandia que cambia de color
cuando toca un rayo de sol o reacciona haciendo parecer un punto luminoso en su
superficie, ¿magia?, no ciencia.
Este mineral, calcita,
al igual que otros minerales de estas características, es capaz de polarizar la
luz y tal como se ha demostrado en la revista 'Proceedings' de la Royal
Society de Londres, con este tipo de
cristal es posible determinar la posición del sol con precisión y con un margen
de error de un grado, incluso al anochecer y en las condiciones meteorológicas
más adversas.
Lo fascinante
esta piedra se debe al efecto de la polarización. Cuando la luz del sol llega
hasta la piedra debido a la estructura cristalina de la calcita se divide en
dos. Incluso cuando el Sol está tapado.
¿Pero
cómo usaban este mineral los vikingos?
Aún todavía
está en investigación, pero arqueólogos húngaros descubrieron hace 70 años en un
convento de Groenlandia del s. XI el disco de Uunartoq, pieza necesaria
junto con dos minerales de Espato de Islandia y un palo con los que se podía
reproducir un tenue patrón luminoso con el que triangular la posición del sol.
Todo por encontrar nuevas tierras donde asentarse o simplemente conseguir
aquel bien tan preciado. La aventura de descubrir.
Más información:
La «piedra solar», el secreto mágico de los vikingos para descubrir América
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