Theresa Goell, quedaros con este nombre, ya que el artículo de hoy tendrá
como protagonista a esta señora.
Me ha parecido una historia de esas que se cuentan en los guiones de
películas de aventuras en tardes de sesión de cine con palomitas en la mano,
donde no puedes dejar de mirar y viajar a esas remotos lugares, tan lejanos y
tan maravillosos.
Para comenzar esta historia, debemos situarnos primero en el lugar donde se
desarrollará la narración, dejando volar nuestra mente. Viajaremos juntos, si
os dejáis llevar, a un remoto lugar situado al sureste de Turquía, 40 km.
al norte de la ciudad de Kahta, cerca de Adiyamán.
Entrad en estas imágenes en
3d espectaculares que hacen honor al sitio sin tener que describirlo:
Este yacimiento, Patrimonio
Mundial de la Unesco, fue declarado Parque Nacional en 1989 y se encuentra situado en el Monte Nemrut a
2.150 m de altitud.
Se construyó como un gran
mausoleo de Antiochos I monarca del Reino de Comagene (69 - 34 a.C.) y consiste
en un túmulo cónico de 50m de alto y
150m de diámetro rodeado, por sus caras norte, este y oeste, por terrazas
artificiales decoradas con imponentes esculturas: deidades como Apolo, Tyche de
Comagene, Zeus Oromasdes y Hércules, así como al propio monarca Antiochos I, Antiochos I saludando a los dioses Apolo, Zeus y Hércules y estatuas
de águilas.
Fue
"redescubierto" en el año 1881 por un militar alemán, Helmut Von
Moltke y con Carl Sester en 1889, un ingeniero de ferrocarriles alemán
al servicio del Sultán otomano, supo de su existencia y lo dio a conocer.
Al año siguiente tendría lugar la
expedición de los arqueólogos alemanes Otto Puchstein (1856-1911) y Carl Humann (1839-1896) que por encargo del Instituto Arqueológico Alemán en 1882 exploraron y estudiaron por primera vez las
ruinas del santuario, realizando fotografías del yacimiento y mapas.
Es ahora cuando aparece en escena
Theresa Goell, arqueóloga norteamericana (1901-1985). Es la primera mujer
arqueóloga en excavar el Monte Nemrut en el año 1947. Era distinta a las mujeres de su generación,
lo que incluía su forma de vestir y de hablar.
Ese mismo año Friedrich Carl Dörner
(1911-1992), un historiador y epigrafista alemán solicita permiso para excavar
en Nemrut Dagi al gobierno turco. Y con gran sorpresa, también se le aprueba su
solicitud.
Dörner y Goell tendrán que compartir la excavación. Existe
una situación bastante incómoda para ambos, no sólo por la rivalidad académica y científica que existiera al
trabajar en un mismo yacimiento, sino porque hacía sólo ocho años que la
segunda guerra mundial había terminado, ella
era judía y él un alemán que había combatido en la guerra en el ejército alemán.
Supieron valorar más sus
intereses profesionales que su conflicto personal, logrando trabajar
juntos durante las siguientes dos décadas. Theresa y Dörner llegarán a un
acuerdo por el cual ella será la
directora de la excavación y Dörner se encargará de las inscripciones en su
condición de epigrafista en Nemrut Dagi.
El interés de Goell en Nemrut en realidad comenzó en la segunda mitad de la
década de 1920. Goell sueña con asistir a una excavación o incluso dirigir
excavaciones en Nemrut, algo difícil por ser mujer en una época dominada por
hombres. Esa pasión por este lugar se extenderá a lo largo de su vida desde el
momento en que pisa por primera vez y se siente cautivada por su historia. Esta
aventura durará hasta 1984.
Era conocida y querida en la región gracias a la estrecha relación que
estableció con la gente de Kahta, donde permaneció mientras trabajaba. Incluso
fue llamada la "Reina de la Montaña" porque se mimetizó con Nemrut.
Conversaba con la gente local aprendiendo sin problemas este idioma sin
necesitar traductores. "Los rituales sociales y religiosos -
diría la arqueóloga - de este lugar son muy complicados. Las mujeres no se arremangan nunca
por encima de los codos ni aparecen con el cabello descubierto. Yo
intento actuar siempre con mucho cuidado para no afectar su sensibilidad”.
Theresa
es la única mujer del campamento y tiene que hacer uso de todas sus habilidades
psicológicas para rebajar los momentos de tensión que se viven durante la
excavación.
Tuvo problemas auditivos, aprendió a leer los labios y era tal la confianza
con los lugareños que éstos le preguntaban con toda sinceridad: "¿Por qué
no te casaste?" a lo que ella respondía: "Estoy casada, con Nemrut
..." (aunque sabemos que Theresa estuvo casada y tuvo un hijo, se separó diciendo "me di cuenta - decía Theresa - que
mi vida era una situación de continua itinerancia, por eso mi
matrimonio no tenía ningún futuro. Es una suerte que haya muchas
esposas ejemplares en el mundo . No sería bueno que la sociedad tuviera
que depender de personas como yo").
Su figura es muy importante en el mundo de la arqueología gracias a la
información que obtuvo con su trabajo en Nemrut. Junto con Karl Dörnel, con
quien trabajó durante años, desenterró el Reino Commagene, que fue olvidado en
la historia.
Goell fue pionera en el mundo de la arqueología en un mundo dominado por
los hombres, en las décadas de 1940 y 1950, alcanzando una posición difícil de
conseguir. Su mayor sueño era encontrar la tumba de Antiochos I, pero tras
trabajar activamente en el área hasta los años 67, nunca lo consiguió. Aunque
esto no sucedió, su investigación sobre el Reino de Commagene fue transferida
la historia.
Entre las inscripciones que se hallaron,
una de ellas era una advertencia dirigida a los saqueadores de tumbas
en la que se podía leer "Si algún hombre roba o viola la
entrada de forma impía no puede esperar un destino feliz".
Bibliografía: